sábado, 27 de diciembre de 2008




¿Jugamos con nuestras manos? Cierra los ojos y déjame acariciarte con ellas, llévame tú también a un lugar seguro. Manos y música, manos y piel, caricias, expresar, pintar cosas en el cuerpo. Dejarse llevar por sensaciones, una catarsis, liberarse a uno mismo. Empezar a respirar desde dentro, llegar a los nudos, sentirlos ahora, abrirlos, desatarlos. Llorar cada vez que llueve. No dejar que se formen capas, no tener que huir de nada, un baño de agua caliente. Cierra los ojos, siente una sola de mis manos acariciarte la nuca, buscarte un sueño diminuto, uno que ya hayas olvidado. Después la otra mano, un masaje suave en el cuello con los dedos, recorrerte la espalda muy despacio, con música y aceite. Apretar un poco los nudos, deshacer incluso aquellos de los que tengo yo la culpa.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Certezas



De todos los momentos, estabas sobre todo en los últimos, en el último. Es curioso que estuvieras, por ejemplo, en algún cuento, antes incluso de conocerte. Curioso que fueras tú el que estaba en el mar, y en mis poemas. En los ruidos de la casa de al lado en otra casa, en la música y en las horas frente al ordenador, en los mundos que navegaba. En aquella ventana tan grande. Que estuvieras, incluso, en otras manos, que fueran sólo bosquejos de manos antes de las tuyas, tan grandes. Tanto mar, tanta bondad. El resumen de mis océanos. Es curioso que, a pesar de haber estado antes en todas las cosas, estuvieras sobre todo en los últimos momentos, en tu último no-beso, en la última caricia, rozarme el alma. Que sigas estando en mis montañas cada mañana, diluyéndote despacio en nuevas sensaciones.


Curiosa tu voz, al otro lado. Sólo tu voz, tu risa que aún resuena. Curioso que aquel día me perdiera en el viento y no supiera tocarte, cuando otras veces quise tocar y sólo encontré el viento; quizá por eso aprendí a convertirme en un árbol, quizá por eso ya caminara sola y no te viera, no pudiera, no supiera tocarte. Curioso, dormir más entre tus brazos cuanto más sola duermo; curioso que necesite el hilo de tu mirada para escribir, para sentir la certeza de que no sabrás todo esto, ni es necesario. Tantas contradicciones, tantos espacios, tantas veces como volamos. Siempre serás aquella luna llena de agosto, claro que llegamos a tocarnos; y siempre, pase lo que pase, podré salir cada noche a esperarte, sobre el tejado.

martes, 19 de agosto de 2008

En voz alta



Las mudanzas, las cortinas de las casas que habitaste. Un lugar en el que uno no está no es ya habitable. Puedes ir encontrándote con tu propia sombra al abrir el armario, limpiar sin darte cuenta el polvo de tus sueños en las estanterías. Puedes ser el sol de alguna primavera pasada; puedes ser una parte triste de ti misma, una vela en una catedral, el rastro de un viaje. Puedes querer escribirlos y recordarlos todos; pero no puedes, sabes que no puedes. Puedes amar lo que amaste otras veces, pegar fotos en un álbum; o, simplemente, esperar a que arda todo. Convertirte en un poemario, vender tu alma al diablo or unos versos. Volver a encontrarte contigo misma frente a estas letras. Puedes ser una mujer adulta, una adolescente, un hada. Hablar a tu guardiana, a tu mujer salvaje, reencontrar tus arcanos. Puedes desear haber sido todo en otro momento pasado, ser la que eres en el pasado, no haber sido la que fuiste; construir un castillo con un cuarto donde encerrarte a coser, hasta que un huso o una rueca te lleven de vuelta a la realidad o a un sueño del que te despertara un príncipe. Puedes asfixiarte con el tiempo por delante, o con el vértigo de tus abismos. Pero necesitas tiempo y calma, mucha calma. Te necesitas a ti, y tu cesto de recuerdos y sueños; tu fortaleza, que duerme y habita.

lunes, 2 de junio de 2008

Caleidoscopio

"El misterio está en mirar desde fuera
y no desde adentro del espejo,
desde afuera
y no desde dentro de las cosas".

Roberto Juarroz





Nos miro tantas veces desde fuera... Desde fuera, desde dentro, desde todas las esquinas del espejo. Como un caleidoscopio, como el que hay en tu coche igual que el mío. Me miro tantas veces que ya no sé cuál soy, se funde el tiempo y me pierdo entre tantas, entre mis pasos por Noruega, entre tu abrazo en la playa, detrás de una barca. Me pierdo en las canciones que cantamos y en las que canto yo, me pierdo en lágrimas que no sé de quién son. Son tantos los espejos, tantos los sueños en estos dos últimos meses, que ya no sé en qué tiempo estoy, qué soy; cuál es el presente. Tengo una sensación tan de ahora, tan de vivir, se me cosen los sueños mientras duermo. Me hago y me deshago, me recompongo, me ahogo en todas las palabras que aún no he escrito; se dan golpes contra las paredes de mi cerebro, resuenan todas y de pronto, ayer, parecen estar claras las historias. Ayer, de pronto, sentí que podía escribirlas todas; las que estaban dormidas también. Doscientas sensaciones por minuto, un vértigo de sombras y de piedras. "Claridad sin descanso", como escribió Gamoneda.

jueves, 29 de mayo de 2008





Como pisar sin darte cuenta un hilo fino en el que alguien envolvió una trampa, y cuando ya se ha roto, no hay forma de arreglarlo; como el cuento de Barba Azul, como abrir esa habitación.

Como poder perderte en cualquier barra, detrás de cualquier falda, como volver a verte después de tanto tiempo; como preguntarle a tu sonrisa, acariciar tu cabeza. Como volver a no quererte o dejar de hacerlo; como seguir callando sin darme cuenta, por si acaso. Como tu rostro cuando mis lágrimas; como el miedo. Como estar desnuda, que lo estés. Como dejar un hilo... Para que tú lo pises. Como el olvido, como la vergüenza. Como el mar, como esperarte en el mar y luego estar en el aeropuerto. Como la niebla. Como ése lago con el que sueño; como necesitar mucho más tiempo. Como invitarte a cenar para hablarte de todo esto; como querer apagar el móvil para no saber. Nuestra casa. Tus recuerdos. Mis pérdidas. Una mesa. Comerte. Una tarde de lluvia, la falta de luz, la luz, la noche, un beso al despertar.

Cosas que nunca existieron




Hay tantas cosas que duelen… Tantas, que es difícil enumerarlas. Si fueran bosque les pondría nombre de árbol, y una marca a cada una, para no tener que recordarlas y buscarlas en un saco. Si fueran montaña, las escalaría cada mañana antes de comenzar. El tiempo las va convirtiendo en cosas que no existen; las va haciendo transparentes, igual que a mi. Hasta que desaparezcamos. Como el tiempo, como el mar, como los recuerdos; como todo lo que amo. Tengo la sensación de haber existido ya, de estar convirtiéndome en una sombra. Menguando, como el hombrecito de la película; qué angustioso era, verle menguar hasta ser algo diminuto que luego desaparecería. Supongo que envejecer será eso: ir perdiendo la piel de los sueños. ¿Qué son los sueños? ¿Dónde habitan? ¿Cuál es el país de las cosas que nunca existieron?

jueves, 21 de febrero de 2008

Llorar, llover



Llorar hasta que tocas el fondo de tu alma, hasta que vas abriendo todos los cajones, hasta que salen los gritos que te dieron cuando eras pequeño, las veces que alguien te negó algo, las que guardaste algo que no entendías, las que perdiste, las que no te quisieron. Las que recibiste una llamada que cambiaba todo; las horas en los hospitales, las mudanzas inesperadas. Los momentos en los que no pudiste llorar, porque entonces no lo habrías soportado, y guardaste todas tus cosas en cajas, y te repetiste un montón de veces que no pasaba nada. Las que tuviste que dar la cara frente a los demás, y convencerles de que estabas bien, para sentarte luego en un rincón oscuro. Las que hubieras preferido no hablar, o desaparecer. Las que te diste cuenta de que te habías equivocado. Las que dijiste adiós, sabiendo que era definitivo.

viernes, 15 de febrero de 2008