lunes, 17 de diciembre de 2007

Despedida


¿Te acuerdas, Naul, de aquella noche? Te dejó en casa como siempre, antes de las cuatro de la madrugada. Era verano. En vez de dormir, seguiste el camino hacia el bosque y fuiste recogiendo paciente, como no habías sabido ser, los guijarros bajo tus pies: uno a la derecha, dos a la izquierda, tres a la derecha, cuatro a la izquierda... hasta que el sol te recordó que nunca podrías guardarlos todos; hasta que caíste rendida allí, en el bosque, en el límite de su casa; llevabas la falda llena de piedrecitas. Y las arrojaste todas en la puerta: una por cada beso que esperaste, dos por cada palabra que tragaste, tres por cada consuelo que no llegó... hay cosas que no pueden contarse con palabras.