
Y, sin embargo, sabes que no es cierto. Que no te despertó de madrugada un sonido como de cascabeles; que no caminaste descalza hasta la playa. No llegaste a mojar las yemas de los dedos en el rumor de las olas al tiempo que escuchabas un susurro, casi una caricia: Naul. Tu nombre, ahora, será Naul.
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